Dolors Reig afirma que se ha transformado la manera de comunicarnos.
La aparición de las redes sociales dan respuesta a una manera de comunicarse
propia de un mundo globalizado, interconectado. Esta necesidad de comunicarse
ha existido siempre y ha adoptado distintos modos para hacer posible el
intercambio de información (los bandos, cotilleos, novedades, etc).
Desde hace ya unos cuantos días estoy
viviendo, con-viviendo, en y con el medio rural. Y descubro que todavía quedan
modos de comunicarse de una época donde el mundo se percibía más reducido y
donde la proximidad de las personas permitían el boca-a-boca.
Estas vacaciones me he encontrado un
libro en donde se explica las distintas maneras de relacionarse en los pueblos
pequeños de Castilla.
El co-autor es Esteban Vega Doncel. Era
de esas personas sabias, generosas y altruistas, comprometidas con su tiempo y
militante en el medio rural. Un histórico de unas cuantas luchas (una de ellas
co-fundador de Escuelas Campesinas de Palencia) y siempre preocupado por la
vida de los pueblos. Impulsor de la Universidad Rural Paulo Freire.
Voy a entresacar unas reflexiones de
Esteban Vega sobre la manera de comunicarse en los pueblos pequeños de Castilla.
Estas reflexiones pertenecen al capítulo ¿Cómo nos relacionábamos? ¿Qué nos queda? Pgs 49-51 del libro El
mundo rural se escribe; aún es tiempo de esperanza. Editorial Referencias
(2013)
Leerlo me está resultando una verdadera
gozada.
|
Vega de Doña Olimpa (Palencia) by Marta Digón | |
“Hace años, las
gentes de nuestros pueblos disponían de numerosos lugares y momentos para el
encuentro, la convivencia, la discusión y, por qué no, las broncas”. (pág 49)
“Lo hacían las mujeres en las plazas
y esquinas en las que paraban los vendedores ambulantes… En las solanas para zurcir calcetines y hablar
de todo un poco. Se reunían en la iglesia
con motivo de fiestas religiosas, el mes de las flores, etc”. (pág 49)
“Los hombres se reunían para celebrar los concejos, las
subastas, o en las huebras… sin
olvidar aquellos lugares en los que se ponían al día en lo que concernía al
precio del trigo o la cebada… Por supuesto, la cantina era lugar para los hombres…” (pág 49)
En cuanto a encuentros y celebraciones profanas, “no podemos olvidar la matanza, la metida de la paja,
las despedidas de soltero, la entrada en quintas, la vendimia, el carnaval,
Santa Brígida, etc.. según localidades” (pág 50)
“Con todas estas
fuentes de relación y encuentro, toda una visión del mundo se concentraba en
nuestro pueblo, parecido al de al lado, aunque la rivalidad nos enfrentara para
convencernos de que el nuestro era el mejor” (pág 50)
Y concluye “descuidando la dimensión afectiva, corremos el riesgo
de convertirnos en autómatas descerebrados que se limitan a trabajar y
consumir…” (pág 51)
De la plaza del pueblo al grupo de
whatsapp han pasado muchos años. Pero la esencia continua siendo la misma: la
necesidad de comunicarse, relacionarse, interconectarse con nuestra vida y la
de los otros.